Indisoluble

El tiempo, ese implacable espacio que discurre a lo largo de la primera y última luz.

En ese indomable lapso, mi historia se configuró y deformó en diversas ocasiones, así como un reptil, mudé piel tamaño y color del camuflaje.

Dejé de creer en múltiples disciplinas, del mismo modo que opté por quedar callado, evitando sentirme preso de mis oraciones; así la ausencia de mi propio eco, me permitió escuchar el ruido del denostado silencio.

Luché, por hacerme presente dónde creí ser necesitado, torpe también aprendía a huir del entorno hostil, plagado de interesada y nociva compañía.

Dejé en el camino fuerzas irrecuperables, derrotado por vanos conflictos, perdiendo muchas batallas al portar una munición mojada, pues nunca fui ni siquiera una sombra de guerra.

Pero, a ese mismo y cruel tiempo, le fue imposible descomponer mi esencia, desvanecer mi alma, dejar estéril mi corazón.

Sin pretenderlo conscientemente, quedé atrapado con la raíz de un inesperado tronco, allí comprendí debía olvidar viejos sueños, dando lugar a nuevas y oníricas ilusiones.

La sabiduría residual de múltiples andanzas, me revelaron un rastro, otra finalidad, reconocí el dibujo de unas huellas, que sólo quedaron cómo residuo de antaño fuego, delatado por sus cenizas, en aquellos pasos finales hacia la eternidad.

Rafael Moreno Guardado
06-07-2025

Fotografies: Lluís Rius – 2025

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